lunes, 30 de septiembre de 2013

En solitario por uno de los lugares mas remotos del planeta

En Antofagasta de la Sierra sentía que estaba en otro planeta. Un paisaje de montañas gigantes con una concentración enorme de mas de 200 volcanes en sus alrededores.
Cada tanto aparece como de milagro, alguna laguna altiplánica,  con miles de flamencos volando en sus alrededores y vicuñas que se acercan a tomar de sus alcalinas aguas.

La gama de colores que regala la altura son siempre infinitos y van del blanco lechoso al negro carbón.

Este es uno de esos lugares a los que no se puede ir solo. Sería una irresponsabilidad por lo remoto del lugar, por la rigurosidad climática, fría, seca y continental cuya amplitud térmica supera los 30º todos los días.
Hay que cuidarse además,  de las malas pasadas que puede jugarnos la altura, tanto a nosotros como a nuestros vehículos.

Así y todo, como soy un enamorado de la Puna, y quería pasar mas tiempo conmigo mismo, salí en solitario a recorrer esta porción del mundo que tanto me gusta.

Evite las carnes por unos días, y deje mi consumo de alcohol en suspenso. Tome mis mejores abrigos, 2 GPS. También cargue tres gomas de auxilio en la camioneta y algunos tacos de madera, que me sirvieron cuando destruí una goma y tuve que cambiarla con piso blando, donde un simple cricket te dejaría tirado quien sabe hasta cuando.
Mi pala siempre está en el baúl. Esta vez lleve 40 litros de agua para sobrevivir ante una eventualidad. Estaba listo y sin mas partí hacia el noroeste.

Recorrí los 1350 kms que separan Buenos Aires de Belén, en Catamarca. Me llevo unas 15 horas non stop. Como siempre, me paro la policía de Córdoba, quizás la mas corrupta del país.
Dormí, luego de equivocarme algunas veces con otros alojamientos, en mi hotel preferido antes de continuar camino a Antofagasta de la Sierra en la próxima jornada.

A la mañana siguiente llene tanque y bidones con rico Gasoil del último A.C.A. que vería por miles de kilómetros, y partí sin mas con rumbo norte. Hablando de norte allí estaba con un grupo el conocido guía (de estas regiones), Federico Norte.
Antofagasta de la Sierra es un enorme departamento en la provincia de Catamarca con una densidad poblacional que tiene que ser la mas baja en el mundo. Si no le pega en el palo. Actualmente viven poco mas de 1000 personas en un territorio de 28.097  km²
Las ciudades mas "cercanas" son Belén a 284 kms y el pequeño pueblo de San Antonio de los Cobres en la ciudad de Salta, que esta a 309 kms, y que hasta 1978 era el único "camino" que comunicaba a ADLS con otra población.

 Antofagasta de la Sierra, conocida como "la antesala del cielo",  esta emplazada a 3.323 msnm, y desde ahí, todo lo que hay para ver y hacer queda para arriba, a mayor altura. Antofagasta de la Sierra esta rodeada por muchos de las mas altas montañas de la cordillera de los Andes que superan con comodidad los 5.000 y 6.000 metros de altura. Verdaderos colosos entre colosos.

ADLS , AKA " la casa del sol" se presenta como un oasis en medio de la infértil puna, donde no sobreviven las bacterias, donde no hay insectos, y son pocos los animales que se adaptan a tales condiciones.

En el pueblo hay una iglesia frente a la plaza, como casi siempre sucede, y una escuela.
También hay un teléfono público, pero cuando estuve no andaba. Los celulares no encuentran nunca señal. La policía tiene una radio con transmisor.

En el pueblo se puede conseguir combustible de baja calidad a un alto precio, aunque nadie se aventura hasta aquí sin traer en bidones su propia reserva de combustible.

El pueblo tiene dos calles transversales y dos longitudinales. El piso siempre es de tierra.
En muchos sentidos es un oasis entre medio de tanta nada. Una necesidad. Un refugio.
Brinda un instinto de protección entre tanta inmensidad, entre tanta nada, por que en ADLS una está literalmente en el medio de la nada.



En ADLS hay unas pocas hosterías. Una municipal,en donde me termine quedando, y las otras privadas. Todas son pequeñas.
Hay algunos almacenes donde conseguir unos pocos básicos y casas con sus patios cultivados de hortalizas, o corrales con animales.

Mucha gente es artesana que desciende de los antiguos pobladores, los Diaguitas y Atacameños. Resulta increíble pensar  que en esos tiempos eran varios miles mas que ahora los pobladores.

Todo el pueblo dominado bajo una piedra que se ve de todos lados, y que los habitantes llaman "El Torreón".



El camino a Antofagasta deslumbra siempre por su belleza. Primero atravesando poblados con casas de adobe o barro y coloridos cementerios en las poblaciones de El Eje y Villa Vil. Mas tarde cruzando ríos y manejando por los faldeos de las montañas mientras nos vamos adentrando y cruzando poblados cada vez mas chicos, casi fantasmas, de esos que no figuran en los mapas.
La Cuesta de Randolfo es imponente. Al llegar a los 3000 metros de altura uno se encuentra con dunas gigantes que se van moviendo a puro antojo, y desde ahí se abre una brutal vista a la Quebrada homónima donde uno puede estirar la vista por kilómetros y kilómetros.

La ruta va bajando a una depresión en lo que parece un interminable camino de zig zag que tanto disfrutamos los que nos gusta manejar. El entorno es maravilloso. El silencio brutal.

Este es un viaje de paisajes, que se empieza a disfrutar mucho antes de llegar a destino.

El camino sigue pavimentado, y tras cruzar una verde vega de pastoreo común que tienen los habitantes, se llega hasta el minúsculo pueblo de El Peñón, donde hoy esta la mejor hostería de la zona, y que es sin dudas un buen lugar para tomar como base para recorrer las múltiples alternativas que ofrece este sector de la puna. Lamentablemente estaba tomado por un grupo, el del guía Federico Norte, y no pude dormir aquí. Vi los cuartos, y si bien son simples, la cama y blanquería eran de primera calidad, algo que en estas latitudes parece imposible, y asegura un descanso mas reparador y digno.
Aquí almorcé unas milanesitas de llama, y alguna ensalada con quinoa y tomates cuya calidad me sorprendió, y eran de la huerta propia del establecimiento.





Este es un viaje duro. Duro para el cuerpo, duro para los vehículos. Esta es la última opción civilizada y una buena oportunidad para aclimatarse a la altura antes de seguir subiendo y así evitar el mal de altura, también llamado soroche.
Para las personas que no tienen experiencia a gran altura les recomiendo tomar algunos recaudos ya que algo grave les podría ocurrir allí arriba. Atención y cuidado. Hay que tomar recaudos y no tomársela a la ligera por que nos podrá salir muy caro. Incluso costar la vida.

El soroche, mal de altura o mal de alta montaña son los síntomas que manifiesta nuestro cuerpo cuando aún no se ha adaptado a la altura. Todos nuestros órganos sufren por el déficit de oxígeno en nuestra sangre, tejidos y cerebro.
Terribles dolores de cabeza pueden imposibilitarnos para seguir. Uno se siente lento y cansado. Todo sucede mas despacio, y esta bien que así sea. Uno debe evitar al máximo todo tipo de esfuerzo físico.
Te agarres sorroche o no, tendrás insomnio por las noches, taquicardia y probables náuseas.
Si la cosa se complica podemos provocarle al cuerpo un edema pulmonar o cerebral, y en áreas tan remotas como esta, podría costarnos la vida, o dejarnos severos daños.

Para evitar el mal de altura lo mejor es consultar un médico. Si no tenemos un problema físico que nos ponga en riesgo, lo mejor es ascender a la montaña en forma gradual. Si contamos con tiempo sería ideal pernoctar cada vez a mayor altura hasta que nuestro cuerpo se acostumbre.

Hay que mantenerse hidratado y tomar por lo menos el doble de agua de lo habitual. Evitar el alcohol es una buena idea, aunque como me sentía bien, alguna cerveza por las noches puede que me haya tomado.
Las mejores comidas son las ricas en carbohidratos, aunque en Antofagasta de la Sierra uno come y toma lo que consigue, y punto.

El Viagra (si, si. Ese) ayuda, y mucho a sobrellevar el impacto de  la altura en nuestros cuerpos.
Los fumadores, acostumbrados a trabajar con menos aire en sus pulmones, sufrirán menos o nada.
Si los ríos que hay que cruzar lo permiten, seguimos camino a Antofagasta. En verano aumentan mucho su caudal de agua y es imposible pasar. En invierno tampoco es del todo fácil ya que los ríos se congelan y pueden transformarse en verdaderas trampas para los vehículos.
Tan solo a 8 kilómetros del pueblo se aprecia la figura del volcán Alumbrera y del volcán Antofagasta con su laguna de aguas alcalinas llenas de flamencos y guanacos y llamas pastando.
El piso es todo de lava producto de las continuas erupciones volcánicas tan comunes en otro tiempo.


Que gran lugar para recorrer. Un enorme patio casi infinito a cientos y cientos de kilómetros del alambrado mas cercano.
Algunas piedras son filosas y otras redondas. Cada tanto se hace presente la arena y nuestros motores asmáticos tardan en encontrar su potencia.

Uno aquí se siente vivo y cerca de Dios. Y solo. Muy solo. Dolorosamente solo. No es para cualquiera.



Uno de los varios días que pase aquí, hasta que mi cuerpo dijo basta, fue el Campo de Piedra Pómez.
Para llegar recorrí los 60 o 70 kilómetros que me separaban desde el pueblo mientras divisaba las no tan lejanas figuras de los volcanes Carachi, Cachamani, Jote y Carluchi. 

El camino transcurría sobre una pampa de baja o nula dificultad, pero el serrucho en camino erainsoportable. Aproveche que tenía los Waypoints del Campo de Piedra Pómez en mi GPS lleno de gadjets que mi amigo Andy me instalo, y corte camino por la inmensa pampa, esta vez de piedras un poco mas sueltas logrando bajar algún que otro kilómetro antes de llegar. El terreno comenzaba a complicarse en una zona de arenales y yo me negaba a bajarle la presión a mis neumáticos por temor a cortarlos con alguna piedra. Así fue como quede encajado en las arenas. Ni atiné a intentar salir. Era muy arriesgado hundirse mas. Estaba solo y el esfuerzo físico a 4.250 msnm me hubiera devastado. Con la simple ayuda de mis alfombras salí hacia atrás y continué mi marcha a mayor velocidad, ya viendo de lejos las curiosas formaciones de este lugar tan especial de la puna. Estaba llegando por fin al Campo de Piedra Pómez.

Este lugar, todavía es poco conocido en la Argentina y el mundo, por lo inhóspito del lugar, pero que no puede tardar mucho mas en convertirse en una zona protegida.
Estamos hablando de un sitio maravilloso que delata la gran actividad volcánica que existió en la zona, y que dibujo estos enormes campos de piedras blancas y amarillas que brotan del suelo como merengues.
Si al llegar al departamento de Antofagasta de la Sierra sentía que estaba en otro planeta, esta visita al Campo de Piedra Pómez me hacía creer que estaba conociendo uno nuevo.


No me cruce nunca con un auto en los caminos que recorrí en los alrededores del pueblo. El terreno varía entre piedras redondas y sueltas a lajas filosas. Subidas y bajadas. Algunas pronunciadas. Extensos arenales y muchos de los salares mas grandes del mundo a su alrededor.
Que gran lugar para disfrutar de la soledad y sentir que el mundo es cada vez mas grande. Duele saber que nos perdemos de tantos lugares increíbles, pero uno se siente un privilegiado por ver los que muy pocos han visto, y con el aire enrarecido y el cerebro funcionando con delay, el tiempo parece no transcurrir. Sin embargo el sol cae. El viento se torna frío y sopla tan fuerte que lastima la cara. Es hora de volver a la protección que ofrece el pueblo de Antofagasta.


No faltara oportunidad para volver y seguir recorriendo las joyas de la zona, que son muchas. La próxima vez con tres o cuatro vehículos de apoyo, y equipados hasta los dientes.
Volví por oros caminos y luego por viejas rutas en desuso de la provincia de San Juan, y dos días mas tarde llegaba a Santiago de Chile, en donde pasaría una semana de primera con gente que quiero mucho.

Fueron casi 9.000 kilómetros recorridos. Uno mas de muchos viajes por la extensa geografía Argentina. Uno piensa cuantas ciudades podría unir en Europa con distancias similares. Cuantas veces podría cruzar el continente de punta a punta, pero esto es Argentina, y todo queda lejos.

P.D.: Al momento de esta visita no existía la Hostería Incahuasi que el reconocido y muy querido fotógrafo Horacio "El Tano" Baldi regentea junto a su hijo Gastón. A partir de esta inauguración los visitantes que llegan hasta Antofagasta de la Sierra pueden gozar de una hospitalidad sin igual, con buena comida, camas y almohadas cómodas, duchas difíciles de encontrar en otros rincones de la Puna, y la posibilidad de hacer excursiones con los Baldi, quienes conocen ADLS como la palma de su mano, y proponen sendos recorridos por la zona y mas allá. Regios Safaris fotográficos en donde no falta la aventura.

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